Las protestas desatan la competencia entre el partido de Yolanda Díaz y Podemos por capitalizar en votos la frustración de los ‘nuevos indignados’
La manifestación por la vivienda del pasado domingo en Madrid ha pateado el tablero político y ha sacudido las piezas que se sitúan en el margen izquierdo. Ya se percibe que más allá de la importante afluencia de gente, el éxito de la protesta se mide en el efecto contagio que ha empezado a provocar en otras ciudades españolas, que tomarán el relevo de la capital en próximas fechas. Por ejemplo, hay convocatoria en Barcelona para el 23 de noviembre. Esto significa que la calle ha despertado y que la tregua, también con el Gobierno de coalición, ha acabado. Eso lo han visto muy claro tanto en Sumar como en Podemos, que empujan la oleada con la añoranza de quienes vivieron el 15-M y el movimiento contra los desahucios, que dieron forma y líderes a un espacio político que se transformó hasta desafiar los cimientos de la hegemonía del PSEO en la orilla izquierda.
Es pronto para saber el recorrido que tendrán las protestas, y lejos queda por ahora cualquier comparación con el 15-M, pero sí está claro que Sumar y Podemos ven una oportunidad en el resurgir de las calles como palanca para doblar el brazo al sector socialista del Gobierno para conseguir que haga una «intervención en el mercado» que sea «efectiva» y que acabe bajando los precios de los alquileres, entre otras medidas.
Las protestas presionan al Gobierno y también desatan la competencia entre Sumar y Podemos por capitalizar en simpatía y votos la «frustración» de miles de los ciudadanos que sufren el alto coste de pagar un alquiler o de acceder a una vivienda en propiedad. Los nuevos indignados en esta materia son una bolsa de potenciales votantes de incalculable valor si cunde la desafección.
Ante esta situación los partidos de la izquierda toman posiciones, mientras que el PSOE aguarda acontecimientos. Pedro Sánchez reaccionó al día siguiente de la protesta de Madrid anunciado 200 millones para el bono de alquiler joven. Lejos de calmar las aguas, ha desatado aún más críticas y ha provocado una crisis dentro del Gobierno de coalición. Sumar rechazó esa medida por «agravar el problema» y ha llevado su oposición hasta el mismo Consejo de Ministros, donde no pudo frenar la propuesta pero donde sí dejó constancia de que está en contra.
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Valeria Talavera. – Asistente Web Digital