La guerra comercial o arancelaria entre Estados Unidos y China ha sido un conflicto prolongado que ha impactado significativamente la economía global. Comenzó en 2018 bajo la administración de Donald Trump, quien impuso aranceles a productos chinos argumentando prácticas desleales de comercio, robo de propiedad intelectual y transferencia forzada de tecnología. China respondió con aranceles a productos estadounidenses, intensificando la disputa.
Recientemente, la tensión ha escalado aún más. Estados Unidos ha aumentado los aranceles a las importaciones chinas hasta un 145%, mientras que China ha respondido elevando los aranceles a productos estadounidenses al 125%3. Estas medidas han afectado sectores clave como la tecnología, la agricultura y la manufactura.
La guerra arancelaria afecta de manera desigual a los países, dependiendo de sus relaciones comerciales y los productos que exportan. Por ejemplo:
China es uno de los más afectados debido a los altos aranceles impuestos por Estados Unidos, que alcanzan hasta el 54% en algunos casos.
La Unión Europea enfrenta aranceles del 20% en general, lo que impacta sectores clave como la automoción y la agricultura.
Japón y Corea del Sur también sufren aranceles elevados, del 24% y 25% respectivamente, afectando sus exportaciones de tecnología y automóviles.
India y Vietnam están entre los más golpeados en Asia, con aranceles del 26% y 46%, lo que afecta especialmente a sus sectores textiles y de manufactura.
Por otro lado, algunos países como Brasil, Chile y Perú han logrado amortiguar el impacto gracias a sus redes comerciales diversificadas y tratados de libre comercio.
Donald Trump decidió posponer las medidas arancelarias por 90 días para abrir un espacio de negociación con más de 75 países que no habían tomado represalias contra Estados Unidos. Durante este período, los aranceles generales se redujeron al 10% para la mayoría de los países, pero China fue una excepción, ya que sus aranceles aumentaron al 125% debido a tensiones comerciales. Trump justificó esta pausa como una forma de calmar los mercados y buscar acuerdos más justo
China fue la excepción en la reducción de aranceles al 10% debido a las tensiones comerciales con Estados Unidos. Donald Trump justificó esta decisión alegando que China había mostrado una «falta de respeto» hacia los mercados mundiales y había impuesto aranceles en represalia contra Estados Unidos. Como resultado, los aranceles a China se incrementaron al 125%, mientras que otros países que no tomaron represalias recibieron una pausa de 90 días y una reducción sustancial del arancel.
El desenlace de la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China sigue siendo incierto, pero hay varios escenarios posibles según los expertos: Impacto en el comercio global: La Organización Mundial del Comercio (OMC) advierte que las tensiones podrían reducir el comercio mundial en un 1,5% en 2025, lo que sería la mayor contracción en 15 años. Reconfiguración económica: China parece estar mejor preparada que en conflictos anteriores, con una menor dependencia de las exportaciones hacia Estados Unidos y herramientas como estímulos fiscales y políticas monetarias expansivas. Consecuencias para Estados Unidos: Los consumidores estadounidenses podrían enfrentar precios más altos debido a los aranceles, lo que afectaría su poder adquisitivo. Posible recesión comercial: Si las tensiones continúan escalando, el comercio global podría sufrir un deterioro significativo, afectando especialmente a América del Norte.