La extraordinaria anomalía de escasez de lluvias en Barcelona

La capital catalana ha tenido en 2023, 2022 y 2021 precipitaciones comparables a la comarca de los Monegros

El recién acabado 2023 ha vuelto a ser un año muy seco en Barcelona y otros lugares de Catalunya, especialmente de su mitad oriental.

El Observatorio Fabra de Barcelona, perteneciente a una de las instituciones más antiguas de la ciudad, la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona (RACAB), ha vuelto a totalizar, tras dos años, el 2021 y el 2022, también muy secos, poco más de 300 mm de precipitación.

En concreto, 309,5 mm, lo que supone solo poco más de la mitad del promedio del observatorio (611,8 mm). Una cantidad como la citada es comparable a las normales de muchos lugares del sureste de la península Ibérica o de la comarca de los Monegros, ámbitos geográficos muy secos, cuyos paisajes revelan una acusada aridez.

El valor de la precipitación anual sitúa 2023 como el segundo año más seco de la serie pluviométrica de 110 años, desde 1914, cuando comienzan los registros meteorológicos en el observatorio Fabra, hasta la actualidad.

La peor efeméride: tres años seguidos

Pero lo más destacado es la concatenación de los tres años más secos, 2021, con 327,6 mm, 2022, con 307,7 mm y 2023, con la cantidad antes citada. Aleatoriamente, el hecho de que aparezcan los tres años más secos seguidos en la serie de 110 años, sea cual sea su orden y en cualquier lugar de la misma, tiene una probabilidad de ocurrencia muy pequeña.

Constituye lo que en meteorología se denomina una efeméride, es decir, un acontecimiento o suceso meteorológico relevante o llamativo por su valor climatológico, histórico o meramente anecdótico.

Si, además, se exige que los tres años más secos ocupen, sea cual sea su orden, el final de la serie, tal como ha ocurrido, su probabilidad es ínfima.

Lo anterior se ha traducido en una sequía meteorológica realmente excepcional, cuyo período de retorno es muy largo, secular.

Esto ha conllevado una sequía hidrológica, expresada por los exiguos porcentajes de agua almacenada en los embalses de las cuencas internas de Catalunya, respecto a su máxima capacidad, por debajo del 17% a comienzos de 2024, sin referente anterior.

La escasez de agua, a su vez, ha dado lugar a una sequía agrícola o edáfica, por su afección en el suelo y el agro, así como a una sequía ecológica, con efectos severos en algunos ecosistemas.

Y, finalmente, se ha entrado en un período de sequía socioeconómica, al quedar afectados un buen número de sectores económicos y de actividades cotidianas por la merma de caudales disponibles.

La situación actual, por la reciente concatenación de los tres años más secos, ¿permite, desde un punto de vista climatológico, afirmar que la precipitación anual en Barcelona muestra ya una tendencia negativa, es decir, hacia la reducción, estadísticamente significativa?

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Carmen. – Asistente Web Digital

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