Decía Ramón Gómez de la Serna que «una pedrada en la Puerta del Sol mueve ondas concéntricas en toda la laguna de España», palabras que vienen a hablarnos de la relevancia de Madrid: situada en el centro de la Península ibérica, esta urbe de más de 3 millones de habitantes es hoy la capital del país. Lo que sucede allí, como sugería el escritor y periodista vanguardista, repercute en todos los rincones de España.
Sin embargo, no siempre ha sido así. Otras ciudades que nada tienen que ver con el ajetreo de la Gran Vía y el bocadillo de calamares ejercieron alguna vez como centros políticos, administrativos y culturales del país. Sería extraño, de hecho, que en tantos siglos de historia —teniendo también en cuenta los anteriores a 1492, año en el que, se ha establecido (con cierto debate) el nacimiento de España como Estado— Madrid hubiese sido la única capital.
Tal y como te contamos en este artículo, esta villa sin puerto ni universidad ni pasado romano recibió este reconocimiento en 1561, cuando el rey Felipe II trasladó su corte allí para comenzar un proyecto de poder desde cero, sin la influencia de otras figuras de la nobleza. Pero entonces, antes de esa fecha, ¿dónde se tomaban las decisiones?
De Cangas de Onís a Granada, las capitales del pasado cristiano y musulmán
Una de las primeras capitales de lo que hoy entendemos como España fue, sorprendentemente, Cangas de Onís, uno de los pueblos más bonitos a los pies de los Picos de Europa. Allí estableció su corte Don Pelayo, tras su victoria en la batalla de Covadonga, en el año 722, un hecho que se considera simbólicamente el inicio de la Reconquista. Aunque modesta, esta capital representaba un poder naciente frente al dominio musulmán en la península. Más tarde, sin embargo, la sede se trasladó a Oviedo y después a León, a medida que el Reino de Asturias se expandía hacia el sur.
Mientras tanto, en el sur peninsular, al-Ándalus vivía su propio esplendor. Córdoba fue la capital del Emirato (756) y luego del Califato de Córdoba (929-1031), uno de los estados más poderosos y refinados de la Europa medieval. Durante ese tiempo, la ciudad se convirtió en un centro político, cultural y económico de primer orden, no solo de la Península ibérica sino del mundo islámico.
Granada se erigió como la última gran capital andalusí. Tras la caída de Córdoba y el desmembramiento del califato, la ciudad nazarí fue el último bastión islámico en la península: tal y como presume su arquitectura actual, fue capital del Reino Nazarí de Granada entre los siglos XIII y XV, hasta su conquista en 1492 por los Reyes Católicos.
Luego, Toledo, conocida como la ciudad de las tres culturas, también tuvo su momento de esplendor: décadas después de la llegada de los españoles a América, fue nombrada capital del reino de Castilla por el rey Carlos I de España y V de Alemania, y esa fue su categoría hasta 1561.
pero también Hubo otras capitales de España después del 1561
Que Madrid haya sido capital desde 1561 no significa que esto fuera permanente. Valladolid, por ejemplo, vivió un renacimiento político y cultural entre 1601 y 1606 que la llevó a convertirse brevemente en capital oficial por decisión del Duque de Lerma. No era la primera vez: desde siglos atrás había acogido cortes y eventos reales relevantes.
Sevilla, por su parte, ha sido capital en dos ocasiones: entre 1729 y 1733, cuando Felipe V trasladó allí la corte, y más tarde, entre 1808 y 1810, bajo el mandato del Conde de Floridablanca, durante la invasión napoleónica. ¿Por qué? La razón podría llevarnos, en realidad, hasta el siglo XV, cuando la ciudad ya había sido un centro clave gracias a su monopolio comercial con América, lo que le otorgó un peso económico y político decisivo.
Y para añadir a este viaje otra ciudad de lo que hoy conocemos como Andalucía. Cádiz, una de las urbes más antiguas de Europa, cobró protagonismo durante la Guerra de Independencia: en 1810, tras la ocupación francesa de Sevilla, allí se trasladaron las Cortes españolas, que redactaron en 1812 la primera Constitución del país, conocida como «la Pepa».
Mucho más tarde, en el contexto de la Guerra Civil, el Gobierno de la República cambió su sede de Madrid a Valencia en noviembre de 1936, cuando el avance de las tropas franquistas hacía peligrar la capital. Pero eso es otra historia.
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