Cuba colapsa por su extrema política de dependencia y dictaduraDICTADURA.

Víctor Travezaño M(director de Cooperando)

Los reportes actuales describen una crisis multidimensional —económica, energética, sanitaria y social— que muchos analistas califican como colapso en curso. Con sistema eléctrico al borde del colapso, Cuba lleva más de dos semanas de apagones extremos, con déficits de generación superiores a 1.800 MW, lo que deja a casi la mitad del país sin electricidad durante horas o días. Crisis sanitaria grave: La epidemia combinada de dengue, chikungunya y otros virus ha saturado hospitales. Los medios reportan fallecimientos por negligencias y falta de recursos, describiendo un “colapso sanitario” en varias provincias. Economía en caída libre. La inflación descontrolada, la escasez y el desplome productivo han llevado a analistas a hablar de “colapso económico sin precedentes”. El país estaría en condiciones peores que las del Período Especial* según algunos reportes independientes. Éxodo migratorio masivo La crisis ha impulsado una de las mayores olas migratorias de la historia cubana, debilitando aún más la fuerza laboral y el tejido social. Entonces… ¿colapso o no?   Sí hay un colapso funcional en sectores clave: electricidad, salud, economía y servicios básicos. No hay un colapso total del Estado, porque las instituciones siguen operando, aunque de forma muy deteriorada

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* El «Período Especial» en Cuba se refiere a una crisis económica severa que comenzó en 1991, tras la disolución de la Unión Soviética y el colapso del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). Esto provocó una escasez generalizada de recursos, especialmente de hidrocarburos, lo que afectó la agricultura, la industria, el transporte y la vida diaria de los cubanos. Durante este período, Cuba enfrentó desafíos como: – Escasez de alimentos y medicamentos: La importación de estos productos se redujo drásticamente. – Problemas energéticos: La falta de petróleo afectó la generación de electricidad, el transporte y la producción. – Deterioro de la economía: El PIB se contrajo un 36% entre 1990 y 1993. – Cambios en la sociedad: Se implementaron reformas económicas y se fomentó la agricultura orgánica. El «Período Especial» transformó la sociedad cubana y su economía, llevando a cambios significativos en la forma en que se planificaba y se gestionaba la economía.

1. Causas estructurales de la crisis actual

No es solo “bloqueo” ni solo “mala gestión reciente”. Es una combinación de factores estructurales que llevan décadas acumulándose: Modelo económico agotado. Hipercentralización: el Estado decide casi todo (precios, importaciones, inversiones, tipo de cambio) y ahoga la iniciativa privada. Analistas hablan del “agotamiento de un modelo de desarrollo que nunca logró consolidarse plenamente”, más que de una simple recesión cíclica. Baja productividad crónica. Poca inversión, tecnología atrasada, incentivos casi nulos para producir más y mejor. Resultado: el país importa casi todo (alimentos, energía, insumos), lo que lo hace muy vulnerable a cualquier shock externo. Dependencia extrema del exterior. Antes fue la URSS, luego Venezuela, turismo, remesas, misiones médicas… cada vez que cae uno de esos pilares, la economía se tambalea. Sin un aparato productivo diversificado, no hay base interna sólida. Control estatal opaco y entramado militar-empresarial. Empresas clave bajo conglomerados controlados por sectores militares, con poca transparencia y fuerte resistencia a reformas profundas. Eso bloquea cambios que abrirían la economía, pero también debilitarían el control político. Política económica errática y reformas a medias. Medidas que se anuncian como reformas, pero se quedan a medio camino o se revierten. Falta de reglas claras, de seguridad jurídica y de un marco estable para inversión. Crisis demográfica y migratoria. La población se reduce y envejece; un funcionario reconoció una caída hasta unos 9,7 millones de habitantes, con mucha cautela por la falta de censo actualizado. El éxodo se lleva justamente a la gente joven y con más capacidad productiva. En resumen: el colapso no es solo “lo que pasa ahora”, es la factura de décadas de estructura económica y política que no se adaptó al mundo real.

2. Escenarios posibles para 2026

Nada está escrito, pero se pueden imaginar tres grandes escenarios, simplificando mucho: 1. Continuidad con deterioro: Qué sería: El gobierno mantiene la línea actual: controla, concede pequeñas aperturas tácticas (pymes, mercado cambiario parcial) pero sin reformas profundas. Qué implica: Inflación alta, apagones, escasez recurrente, servicios públicos muy deteriorados. Más migración, más descontento, pero sin cambio político estructural. Riesgo: Un país cada vez más vacío, más empobrecido, pero aún “funcionando” en modo supervivencia. 2. Reforma económica profunda sin cambio de régimen. Qué sería: El gobierno se ve obligado por la crisis a aplicar reformas serias: Más espacio real a la empresa privada. Apertura a inversión extranjera con reglas más claras. Unificación cambiaria real y menos controles absurdos. Qué implica: Dolor a corto plazo, pero algo de estabilización a medio plazo. Aún con autoritarismo, podrías ver una mejora de oferta de bienes, menor inflación, ciertos incentivos a quedarse. 3. Cambio político y reconfiguración del modelo. Qué sería: Alguna combinación de presión social, fracturas internas o negociación lleva a un cambio político más profundo. Qué implica (muy incierto): Puede abrir una etapa de caos e inestabilidad, o de transición ordenada con apoyo internacional. A largo plazo, permitiría rediseñar las instituciones económicas, pero el daño acumulado (infraestructura, capital humano, migración) no se arregla en dos años.

3.  Impacto social y migratorio

1. Impacto social interno: Empobrecimiento generalizado. Subida de precios, salarios que no alcanzan, desigualdad creciente entre quienes reciben remesas y quienes no. $ 3.00(tres dólsres), es el sueldo básico. Un médico gana $20.00 dólares. Desgaste psicológico y cívico: Normalización de la escasez, apatía, cinismo, pero también estallidos puntuales de protesta.La confianza en las instituciones se erosiona cuando la narrativa oficial no cuadra con la experiencia diaria. Deterioro de servicios básicos. Salud y educación, que eran banderas del sistema, sufren desabastecimiento, fuga de profesionales y deterioro de infraestructura. 2. Impacto migratorio: Éxodo masivo y sostenido La migración pasa de ser “sueño” a ser “estrategia de supervivencia”; salir se convierte en plan de vida casi por defecto.El artículo de Ricardo Torres subraya que la crisis económica está directamente conectada con el aumento de la migración y la reducción de población en la isla. Fuga de capital humano. Se van sobre todo jóvenes, técnicos, profesionales: médicos, ingenieros, gente con habilidades que el país necesita para salir de la crisis.Eso crea un círculo vicioso: cuanto peor está el país, más se van los que podrían ayudar a mejorarlo. Reconfiguración de familias y vínculos. Familias partidas entre varios países, niños creciendo lejos de padres o abuelos.Las remesas sostienen la economía familiar, pero también consolidan la idea de que la so lución está “fuera”.Lo más probable a 2026 es una mezcla de continuidad con algunos ajustes, a menos que haya un shock (interno o externo) que fuerce una ruptura del guion.

1. Señales de fracturas dentro del régimen

No estamos ante un colapso abierto del poder, pero sí hay síntomas de tensión y desgaste en la cúpula: Cambios y ajustes constantes sin rumbo claro: Los analistas describen un “colapso del sistema de gobernanza” con incapacidad para implementar sus propias políticas, lo que se traduce en correcciones, rectificaciones y giros parciales que muestran falta de cohesión y de proyecto claro dentro del liderazgo. Brecha entre discurso y realidad: Los propios documentos oficiales admiten que el modelo está agotado, pero las reformas se frenan o se aplican mal. Investigadores como Ricardo Torres subrayan que “todas las partes entienden que dentro del paradigma actual no están las respuestas”, pero cambiar lo suficiente implicaría desdibujar el modelo anterior, lo que genera resistencias internas fuertes. Aparato represivo fuerte, resto de instituciones débiles: Informes independientes señalan que el régimen funciona cada vez más apoyado en los cuerpos de seguridad, mientras las instituciones civiles y económicas se hunden. Cuando un sistema depende casi únicamente de la coerción, eso suele ser señal de fracturas potenciales en la base de funcionamiento, incluso si no se ven aún rupturas visibles en la cúpula. Más que una “guerra interna abierta”, lo que se ve es bloqueo entre facciones: sectores que saben que hay que cambiar a fondo, y sectores que temen perder poder si esas reformas se llevan hasta el final.

2. Reformas económicas viables sin perder el control político

Varios economistas (incluyendo autores publicados en medios oficiales y think tanks independientes) coinciden en que hay margen para reformas importantes, incluso manteniendo el monopolio político: Ampliar y desatar de verdad el sector privado interno: Permitir que las pymes y cooperativas operen con menos trabas, acceso más claro a divisas y mercados, y reglas estables. El propio Ministerio de Economía ha reconocido que se necesitan transformaciones estructurales y ha anunciado medidas parciales en esa dirección. Abrir más la puerta a la inversión extranjera, pero controlando el marco político: En 2025 el régimen anunció reformas que permiten a empresas extranjeras importar combustible, contratar directamente empleados y participar en el sector bancario, algo que rompe con tabúes históricos. Se hace precisamente para atraer capital y aliviar la crisis sin ceder el poder político. Reordenar el sistema de precios y el tipo de cambio: Estudios como los de Ricardo Torres y el dossier de Cuba Próxima argumentan que la distorsión cambiaria y los controles administrativos de precios son una fuente central de caos; corregirlos (aunque duela a corto plazo) podría mejorar oferta y producción sin tocar la estructura de partido único. Reducir el peso del aparato estatal improductivo y concentrarse en funciones clave: Varios análisis recomiendan reestructurar el sector estatal, cerrando o reconvirtiendo empresas zombis y dejando espacio a actores privados y mixtos, manteniendo el Estado como regulador y controlador político, no como empresario omnipresente. Todas estas reformas serían compatibles con seguir siendo un régimen autoritario, si el poder acepta perder control económico a cambio de conservar el control político.

3. Escenarios de transición más probables

Un informe de Cuba Siglo 21 plantea que un cambio de régimen es ahora “posible”, aunque no altamente probable todavía, y dibuja varios caminos hacia 2025–2026. Resumiendo lo más realista:

Escenario 1: Continuismo con reformas parciales (el más probable) El régimen se mantiene, combina represión con pequeñas aperturas económicas y busca oxígeno externo. Hay cierto alivio económico en algunos sectores, pero sin cambios políticos profundos. La crisis sigue, pero en “modo crónico”.

Escenario 2: Reforma económica profunda sin transición política inmediata Ante el riesgo de colapso, la élite permite reformas más amplias (privado, inversión, tipo de cambio), intentando replicar algo más cercano a Vietnam o China, aunque sin su escala ni sus aliados. La transición política se pospone, pero se abre un espacio económico que cambia lentamente la sociedad.

Escenario 3: Transición pactada / reconfiguración del régimen Surgen tensiones internas, presión social e internacional; una parte del régimen apuesta por negociar cambios para evitar un colapso caótico. Puede desembocar en un “nuevo régimen” con rasgos autoritarios, pero más plural, o en una transición gradual a algo más democrático. El informe de Cuba Siglo 21 insiste en que las fracturas internas, sumadas a la crisis, aumentan la probabilidad de algo así, aunque aún no sea el escenario dominante.

Escenario 4 (menos probable, pero posible): colapso abrupto: Una mezcla de crisis económica extrema, fallas en el aparato represivo y estallidos sociales podría provocar una ruptura desordenada.mEs justamente el escenario que el régimen intenta evitar con represión y pequeños parches económicos.

4. Papel de EE.UU., la UE y América Latina

EE.UU. Sanciones y presión: El deterioro de la relación bilateral desde la administración Trump intensificó las restricciones, afectando fuertemente turismo, remesas e ingresos de servicios, y es un factor reconocido por economistas cubanos en el empeoramiento de la crisis. Ventana de negociación: Cualquier relajación de sanciones o acuerdo puntual (energía, migración, negocios) puede darle oxígeno al régimen, pero también puede usarse como palanca para exigir reformas. El equilibrio entre presionar y no hundir más a la población es clave.

Unión Europea: Enfoque de “compromiso crítico”: La UE suele combinar diálogo político, cooperación y críticas a la situación de derechos humanos. Su papel puede ser relevante en una eventual transición pactada, ofreciendo apoyo técnico y financiero si hay señales claras de apertura. Empresas europeas: Pueden beneficiarse de la nueva apertura en inversión, energía y banca, pero eso depende de garantías mínimas de seguridad jurídica y de que no se vean atrapadas en sanciones cruzadas con EE.UU.

América Latina: Apoyos y distancias: Algunos gobiernos mantienen vínculos políticos, comerciales o simbólicos con La Habana; otros se distancian más. Ninguno, hoy, tiene capacidad para reemplazar el rol que tuvo la URSS o Venezuela como sostén económico central. Intermediación diplomática: Países de la región podrían servir como mediadores en escenarios de diálogo o transición, sobre todo si se articula una posición regional que combine respeto a la soberanía con defensa de derechos humanos y demanda de reformas reales.En conjunto: la comunidad internacional puede inclinar la balanza hacia continuidad o hacia cambio, pero el núcleo de la transición dependerá de lo que ocurra dentro del propio aparato de poder y de la sociedad cubana.

¿Ha dependido Cuba de potencias externas como la URSS y Venezuela?

 1. Dependencia profunda de la Unión Soviética (1959–1991). Las fuentes históricas muestran que sí hubo una dependencia económica y política muy fuerte: Cuba aumentó su dependencia del mercado y de la ayuda militar soviética tras 1959. En 1972 ingresó en el COMECON, integrándose en el bloque económico socialista y recibiendo subsidios masivos. La URSS garantizaba: petróleo a precios preferenciales, compra de azúcar a precios inflados, créditos blandos, apoyo militar y tecnológico. La economía cubana, marcada por subdesarrollo y bloqueo, encontró en la URSS un aliado esencial para su supervivencia. Cuando la URSS colapsó, Cuba entró en el Período Especial, lo que confirma la magnitud de esa dependencia.

2. Dependencia posterior de Venezuela (2000–2015 aprox.) Tras la caída soviética, Cuba buscó nuevos aliados y tuvo que redefinir su posición internacional y buscó nuevos socios como Venezuela, China y Rusia para obtener recursos esenciales. Con Venezuela, la relación fue especialmente estrecha: Cuba recibía petróleo subsidiado. A cambio, enviaba médicos, asesores y servicios profesionales. Venezuela se convirtió en el principal sostén energético y financiero de la isla durante más de una década. Cuando Venezuela entró en crisis, Cuba volvió a sufrir apagones, caída del PIB y escasez, lo que muestra nuevamente la dependencia. ¿Es correcto llamarlo “parasitismo”? La palabra “parasitismo” es una valoración política, no un término académico. Pero los hechos sí muestran un patrón de dependencia estructural: Dependencia extrema de la URSS → colapso tras 1991. Dependencia extrema de Venezuela → crisis profunda tras 2015. Los analistas coinciden en que Cuba no logró construir un modelo económico autosuficiente, sino que se apoyó en subsidios externos para sostener su economía y su política exterior. Esto no implica que Cuba no tuviera agencia propia, pero sí que su modelo económico ha sido altamente vulnerable y dependiente de aliados que la financian.

¿Cómo funcionaban exactamente los subsidios soviéticos?

Los subsidios soviéticos fueron masivos, sostenidos y estructurales. No eran “ayudas puntuales”, sino un sistema completo de soporte económico. ¿Cómo funcionaban? Cuba vendía azúcar a la URSS a precios muy por encima del mercado mundial. A cambio, recibía petróleo barato, créditos blandos y equipamiento industrial. La URSS compraba productos cubanos, aunque fueran poco competitivos. Cuba ingresó al CAME (COMECON) en 1972, integrándose en el sistema económico socialista, lo que formalizó esta dependencia.

 ¿Cuánto dinero representó?

Se estima que la ayuda soviética entre 1961 y 1989 fue de unos 35.000 millones de dólares (valor actual). Otro análisis del CSIC explica que el comercio Cuba‑URSS ha sido objeto de múltiples estudios porque implicaba subsidios encubiertos difíciles de medir, pero claramente enormes. 2. ¿Cuánto petróleo enviaba Venezuela y en qué condiciones? Según un análisis económico venezolano, la cooperación de Venezuela con Cuba superó incluso a la soviética. Entre 2000 y 2018, Venezuela envió a Cuba petróleo prácticamente donado, por un valor estimado de 37.200 millones de dólares. ¿En qué condiciones? Cuba pagaba parte del petróleo con servicios médicos y profesionales, no con dinero. Los acuerdos eran opacos, sin cifras oficiales transparentes. El petróleo subsidiado permitía a Cuba reexportar parte del crudo para obtener divisas. Cuando Venezuela entró en crisis, el suministro cayó y Cuba volvió a sufrir apagones y recesión, lo que confirma la dependencia.

3. ¿Por qué Cuba no logró diversificar su economía? Los estudios coinciden en varios factores estructurales: 1. Modelo centralizado y poco flexible. La economía cubana adoptó el modelo soviético de planificación centralizada desde los años 70, lo que redujo la innovación y la productividad. 2. Subsidios externos que desincentivaron reformas Mientras llegaban miles de millones de la URSS y luego de Venezuela, no había urgencia por modernizar la economía. 3. Baja productividad y poca inversión. La falta de incentivos, la propiedad estatal casi total y la escasez de capital frenaron la diversificación. 4. Dependencia histórica de un solo producto: Primero el azúcar, luego el turismo, luego los servicios médicos. Cuba nunca logró desarrollar un sector industrial competitivo. 5. Aislamiento tecnológico y comercial. El bloqueo estadounidense influye, pero los analistas señalan que las restricciones internas han sido igual o más determinantes.

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