Rusia ha oficializado esta semana el abandono de parte de la región ucraniana de Jersón. El anuncio se hizo en un acto revestido de informe militar de última hora en el Ministerio de Defensa. Pero la realidad es que no era más que la escenificación de un movimiento que parecía casi seguro desde que las defensas rusas en la zona comenzaron a hundirse a principios de octubre, después de casi mes y medio de ataques constantes ucranianos en la zona.
De hecho, esa retirada comenzó a mediados de octubre. Fue el momento en que el general encargado de evitar el desastre ruso en Ucrania, Serguéi Vladímirovich Surovikin, nombrado para este cargo tras el colapso ruso en Jarkov y el inicio de los problemas en Jersón, accedió al cargo. Nada más llegar ordenó el traslado de efectivos militares y de muchos ciudadanos de una orilla a otra del río Dniéper. Él mismo no dudó en decir que el Jersón al oeste del río era indefendible.
Lo único que necesitaba Surovikin es que en Moscú comprendieran que lo mejor para sus intereses era abandonar un área donde ya no tenían nada que ganar, para parapetarse en la orilla opuesta del Dniéper. Para desgracia de Ucrania, Rusia ha tomado la decisión correcta. No quiere sacrificar a cientos o miles de soldados propios en la picadora de carne que supondría una batalla urbana que nunca iba a ganar, a las puertas del invierno, en Jersón capital.
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AndreaB. – Asistente Web Digital
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