Los populares reivindican el modelo de Albiol de mano dura en contra la de la okupación y la inmigración ilegal
La cuestión de la inseguridad ciudadana, con aumento del 5,6% los delitos en Cataluña, y el de la inmigración ilegal, en este caso relacionadas entre sí, según las estadísticas policiales, a través de la figura del delincuente multirreincidente -el 78% de los delitos violentos en Barcelona los comenten extranjeros-, es un debate incómodo que la mayoría de los partidos habían tratado de rehuir en la campaña del 12-M. Principalmente, para no salirse de los estrechos márgenes de la corrección política a pocos días de acudir a las urnas, para no mostrar posiciones contradictorias en sus propias filas -los alcaldes del PSC, por ejemplo, exigen una dureza respecto a la inmigración ilegal que el candidato Salvador Illa no expresa en público-, y por el argumento de no alimentar «a la ultraderecha».
Sin embargo, la emergencia del partido ultranacionalista Aliança Catalana, que defiende una concepción excluyente y totalitaria de la identidad catalana, que es exactamente la misma que otras fuerzas nacionalistas, como Junts, ERC y la CUP, disimulan, mal que bien, por tacticismo y/o estética-; así como la inesperada resistencia en los sondeos de otro partido identitario, en este caso españolista, como Vox , está arrastrando a los populares y Junts a explicar sus propuestas al respecto.
La inmigración ilegal y la inseguridad se han convertido en el elefante en la habitación del tramo final de la campaña del 12-M. Un incómodo binomio que todas las formaciones saben que está ahí, al ser una cuestión que interesa y preocupa a muchos ciudadanos, en un momento en el que los índices de pobreza, marginalidad y ocupación ilegal son alarmantemente altos en Cataluña, y que puede ser un factor que mueva un importante número votos el próximo domingo, tal como sucedió en las pasadas elecciones locales en muchos municipios. Incluida Barcelona, donde el candidato socialista, Jaume Collboni, llegó a la alcaldía con un discurso duro respecto a los delincuentes, la ocupación y el vandalismo, desmarcándose de la jovial permisividad de su predecesora Ada Colau.
REACCIÓN DEL PP
«La inmigración y la inseguridad están dando oxígeno a Vox y Aliança», admite un estratega socialista. «Se había estado hablando de pactos electorales, de Sánchez, de su mujer y los supuestos bulos, pero no de una cuestión que en todos los indicadores preocupa a los catalanes: la inseguridad ciudadana», señalan desde el PP. Una inercia que los populares están intentado revertir con el mismo discurso de tolerancia cero con la inmigración ilegal y la delincuencia que permitió a Xavier García Albiol recuperar la importante Alcaldía de Badalona.
Muy implicado en la campaña electoral catalana, Alberto Núñez-Feijóo pidió el martes durante un mitin en Cornellà, localidad del cinturón de Barcelona, el voto de aquellos vecinos que «no admiten que la inmigración ilegal ocupe nuestros domicilios». Ante las críticas que está afirmación recibe desde el Gobierno, que acusa a Feijóo de asumir la agenda de Vox por miedo a no conseguir el imprescindible sorpasso, el candidato del PP, Alejandro Fernández, aseguró ayer que la mayoría de la población está de acuerdo con esta apreciación e insistió que «no tienen lugar» aquellas personas extranjeras que vengan a España «a convertir el delito en su modus vivendi».
Poco después, el alcalde Albiol publicó en redes un vídeo en el que pidió concentrar el voto en el PP para que las políticas contra la ocupación ilegal que «funcionan en Badalona» se puedan aplicar en el conjunto de Cataluña.
RETRATO NACIONALISTA
La cuestión migratoria y la emergencia de Aliança Catalana, partido que lidera la muy independentista alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols, también incomoda a los partidos del nacionalismo catalán, debido a que esta nueva formación afirma lo que ellos piensan y, por lo tanto, ejerce de desagradable espejo de su hipocresía.
Junts, ERC y la CUP no sienten ningún tipo de incomodidad en mantener un discurso xenófobo respecto a lo que ellos consideran la «inmigración española», por ejemplo, normalizando durante los años duros del próces el calificativo de «colonos» para referirse a aquellos catalanes que rechazaban la independencia, o negando la catalanidad de los autores y las producciones culturales catalanas que utilizan el español. Además de prácticamente eliminar, con el apoyo del PSC y los Comunes, la lengua castellana del sistema educativo.
Ignominioso historial que no impidió a Junts, ERC, PSC, Comunes y la CUP comprometerse ayer por escrito a no pactar con Aliança -sus escaños pueden ser clave de una mayoría independentista- y Vox en el Parlament.
Casi al mismo tiempo que el candidato de Junts, Carles Puigdemont, proponía en TV3 una «fórmula catalana» que dote a la Generalitat de las competencias estatales para seleccionar la inmigración que pueda entrar en Cataluña -exigiendo el dominio del catalán-y las competencias para poder repatriarla.
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Carmen Moreno. – Asistente Web Digital