Cuando una parte del cuerpo se resiente, puede acabar afectando a todo el sistema. Lo mismo ocurre con la vivienda y la economía.
Cuando una parte del cuerpo se resiente, puede acabar afectando a todo el sistema. Lo mismo ocurre con la vivienda y la economía. La caída de los precios que ya se está experimentando en algunos países -más que notoria en determinadas economías-, amenaza con agravar unas perspectivas que ya se antojan pesimistas ante los vientos desfavorables que se vislumbran para los mercados desarrollados.
La caída del inmobiliario puede hacer mella en las economías. La inversión residencial lastrará más de un PIB, mientras que la caída del precio de la vivienda impactará en las decisiones de gasto de los hogares a través del efecto riqueza. Este retroceso de la vivienda, principal activo de los hogares, suele desencadenar una reducción de consumo de las familias, que tienden a ahorrar para ‘compensar’ el descenso del valor de su activo.
“Seguimos pensando que la debilidad de los mercados inmobiliarios contribuirá a las recesiones que esperamos este año en la mayoría de los principales mercados desarrollados”, defiende Vicky Redwood, de Capital Economics. La experta constata que la actividad de la construcción ya se está resintiendo y, aunque es difícil detectar efectos adversos importantes en el gasto de los hogares, señala, es probable que esto solo refleje desfases temporales.
Proporcionado por eleconomista.com– La noticia completa aquí
AndreaB. – Asistente Web Digital
Suscríbete a nuestro diario Cooperando