China intenta conectar el sudeste asiático con un ferrocarril de alta velocidad

Imagina subirte a un tren en el suroeste de China, viajar unos 3.200 kilómetros y llegar a Singapur en menos de 30 horas.

Ese es el escenario que China está imaginando para el sudeste asiático como parte de su Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), un vasto programa de desarrollo de infraestructuras en ultramar que se puso en marcha hace más de una década.

En 2021, el ferrocarril de semialta velocidad Laos-China abrió sus puertas a los pasajeros, conectando el centro comercial de Kunming, en el suroeste de China, con la capital laosiana de Vientiane, un viaje de aproximadamente 10 horas que abarca unos 1.000 kilómetros y que, según las autoridades, ha impulsado el número de viajeros chinos por tierra, al tiempo que ha beneficiado enormemente a los vendedores y empresas locales del pequeño país sin salida al mar.

También con la ayuda de China, el primer tren bala del sudeste asiático comenzó a funcionar en Indonesia en octubre de 2023 tras años de contratiempos y retrasos, conectando la capital, Yakarta, con Bandung, en Java Occidental, una de las mayores ciudades del país y un importante centro artístico y cultural.

Mientras tanto, en Tailandia está en marcha un segundo proyecto ferroviario de alta velocidad, que pretende conectar el ferrocarril Laos-China con Bangkok, pero que se enfrenta ahora a nuevos retrasos y a unos costes de construcción cada vez mayores. El Gobierno tailandés espera que la línea esté en funcionamiento en 2028. El Gobierno chino no ha detallado plazos.

El proyecto, considerado por algunos analistas como una «trampa fiscal«, ha sido fuente de acalorados debates y escrutinio en Tailandia, donde el Gobierno aceptó asumir la totalidad del coste de construcción de US$ 5.000 millones (179.000 millones de bahts) para la primera fase de construcción, informó Reuters. La parte china se encargará de la instalación de los sistemas, el diseño y la adquisición de los trenes.

Y cuando la línea esté terminada, el plan es ampliarla al norte de Malasia, donde conectará con la capital, Kuala Lumpur, antes de terminar a 350 kilómetros al sur, en Singapur.

En enero se presentaron ofertas de consorcios locales e internacionales para el lucrativo proyecto. Pero las empresas japonesas, entre ellas la East Japan Railway Co, supuestamente se retiraron tras decidir que sería demasiado arriesgado sin el apoyo financiero oficial del Gobierno de Malasia.

«China ya cuenta con la mayor red ferroviaria de alta velocidad del mundo, y las empresas chinas llevan tiempo intentando vender y exportar su tecnología de infraestructuras a otros países», afirma el analista de tendencias de viajes y consumo Gary Bowerman, fundador de Check-in Asia, una empresa de investigación y marketing centrada en el turismo.

El sudeste asiático es la opción «obvia» por su «proximidad a China», añade Bowerman.

«Conectar ciudades del continente por tren directamente con Laos y otros países del Sudeste Asiático (más adelante) será fácil y ventajoso para los viajeros chinos, muchos de los cuales no buscan recorrer largas distancias, durante largos periodos».

El atractivo del sudeste asiático

El sudeste asiático, que ofrece desde antiguos templos en Laos y playas vírgenes en Tailandia, hasta exuberantes selvas tropicales y excursiones ecológicas en Malasia, es desde hace tiempo un gran atractivo para los viajeros chinos, señalan expertos.

«Muchos países comparten fronteras y una larga historia con China», explica el economista político Pon Souvannaseng, profesor adjunto de Estudios Globales en la Universidad de Bentley (Estados Unidos).

«China, por supuesto, ve el sudeste asiático como un mercado clave para la exportación, así como una zona clave para la seguridad y creo que, en última instancia, quiere ver a los países del sudeste asiático dentro de su esfera de influencia geopolítica».

Proporcionado por cnnespanol.cnn.com – La noticia completa aquí
Carmen Moreno. – Asistente Web Digital

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