Tiene que fijar los años para calcular la jubilación y destopar las cotizaciones
Al ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, le quedan cuatro meses para terminar su reforma del sistema de pensiones. Ha ido cumpliendo paso a paso los compromisos con Bruselas para una transformación en profundidad del sistema, más necesaria que nunca cuando se combina con el compromiso de aumentar las pensiones según la inflación, lo que supone un esfuerzo extra para asegurar su sostenibilidad.
El Gobierno ya tenía aprobada la separación de las fuentes de financiación de la Seguridad Social, los incentivos para acercar la edad efectiva de jubilación a la real y el mecanismo de equidad intergeneracional para asegurar que el sistema sea sostenible. Y en el sprint final del verano consiguió sacar adelante los planes de pensiones de empleo y el nuevo sistema para que los autónomos contribuyan en función de sus ingresos.
De esta manera, en septiembre afronta los dos últimos temas, como son modificar el periodo temporal de cómputo para el cálculo de la pensión y destopar las cotizaciones. En las próximas semanas, Escrivá contactará a los agentes sociales para intentar buscar un consenso con los agentes sociales. Después del acelerón de julio, los negociadores se han concedido una tregua antes de afrontar las nuevas rondas. Descanso especialmente necesitado por los representantes de los sindicatos porque suelen ser las mismas personas las que se sientan en las distintas mesas de negociación.
La reforma más delicada será modificar el número de años que se tienen en cuenta para determinar la jubilación. Es lo que en términos oficiales denominan adecuar a las nuevas carreras profesionales el periodo de cómputo para el cálculo de la pensión. Una posibilidad que siempre levanta temores al asociarse con una ampliación del periodo de cálculo, lo que conllevaría en muchos casos una pérdida del montante total que percibir. Pero en el plan de recuperación se plantea que la extensión del periodo de cómputo, actualmente fijado en 25 años, se puede combinar con la posibilidad de elegir los mejores años o bien con una mejor integración de las lagunas de cotización. Es decir, medidas que suavicen el efecto negativo que tendría una simple extensión del periodo de cálculo.
“Se trata de ver cómo abordamos el cómputo para calcular las nuevas realidades que se consolidan en el mercado de trabajo, en que los últimos años de cotización no son forzosamente los mejores… con posibilidad de excluir los peores años”, dijo el ministro Escrivá en julio.
El cambio se aplicará a partir de enero a los nuevos pensionistas de manera progresiva. El objetivo es que la pensión “refleje en mayor medida la vida laboral del trabajador y atienda la realidad de un mercado laboral en el que las interrupciones y las lagunas son cada vez menos excepcionales”, según se indica en el plan de recuperación.
Se busca responder a unas trayectorias laborales cada vez más fragmentadas, asociadas a la temporalidad, y que perjudican especialmente a jóvenes y mujeres, que ven interrumpida en más ocasiones su vida laboral.
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AndreaB. – Asistente Web Digital
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