«Welcome, Queen», dicen los carteles instalados cerca al imponente escenario erigido sobre la arena de Copacabana, la icónica playa de Río de Janeiro donde Madonna prevé dar este sábado 4 de mayo el más grande concierto en sus 40 años de carrera y el último del Celebration Tour. Se espera la asistencia de 1,5 millones de personas y el Gobierno de Río calcula que el evento inyectará unos 58 millones de dólares a la economía local, 30 veces más de lo que se ha invertido. Ante el monumental evento, las autoridades han desplegado 3.200 policías militares, 1.500 policías civiles y 1.130 agentes de la Guardia municipal solo en el barrio de Copacabana.
“¿Están felices?” “¡¡Síííí!!”. Madonna sorprendió anoche a los miles de fans que se congregaron alrededor del Copacabana Palace, el hotel de cinco estrellas donde se hospeda junto a su equipo de 200 personas. Muchos habían llegado solo para curiosear y conocer el enorme palco de 270 toneladas, que se ha convertido en una atracción turística y está siendo inmortalizado en incontables selfies. Lo que no se esperaba era el minishow de la reina del pop para realizar la prueba de sonido.
La estrella apareció escondida detrás de una máscara verde fluorescente, una forma peculiar que escogió tal vez para evitar fotos no deseadas sin lucir un maquillaje perfecto. A pesar de su excentricidad, no decepcionó a sus admiradores incrédulos, que gritaban “¡Madonna eres sexy!” y cantaban entusiasmados clásicos como ‘La isla bonita’ y ‘Nothing Really Matters’. “Es un momento histórico, no puedo creer que estamos viendo a Madonna en Copacabana y que vamos a tener un show de dos horas totalmente gratis”, decía Raimunda, una joven estudiante que, a pesar de su corta edad, se declara fan incondicional de la cantante. “Yo soy mucho más feliz y una persona mejor por haber crecido en la época de Madonna y no en la era sin sal de la conservadora Taylor Swift”, decía por su parte Carol, una profesora en sus 40 años.
Mañana, 4 de mayo, la playa de Copacabana se convertirá en el palco del mega-show de Madonna, que ha escogido Río de Janeiro para cerrar The Celebration Tour, junto a 24 artistas. Será el espectáculo más grande de sus 40 años de carrera. También es una forma apoteósica de celebrar una trayectoria de muchos éxitos, marcada por la venta de 300 millones de discos, lo que la convierte en la artista femenina más vendida de todos los tiempos.
La gira fue lanzada en octubre de 2023 en Londres, con un récord de seis shows con entradas agotadas en The O2. El programa, que abarca 15 países, no sólo recibió excelentes críticas de los fans y de la prensa, sino que también es una demostración de la carrera innovadora de Madonna y de su impacto en la cultura contemporánea. De hecho, en Río de Janeiro la estrella ha invitado a 20 jóvenes percusionistas de las escuelas de samba y al artista queer Pabllo Vittar para ‘abrasileirar’ su espectáculo.
Desde que aterrizó en Río de Janeiro, el 29 de abril, los cariocas no han dejado de seguir cada paso de la cantante y de sus colaboradores. Todo ha sido ampliamente comentado en las redes sociales: el vestuario de Madonna y sus bailarines, que ha llegado en 45 baúles; la magnitud de los equipos, que pesan 80 toneladas; la fastuosidad de su suite, que cuenta con una piscina privada; los 90 cuartos reservados en el lujoso Copacabana Palace, el hotel más famoso de Río de Janeiro y tal vez de todo Brasil; y las cinco habitaciones, destinadas exclusivamente a los ensayos.
1,5 millones de asistentes
Todo en este tour es monumental. El escenario, tildado por la prensa local como “el más grande del mundo”, tiene 812 metros cuadrados. La estructura mide 24 metros de largo y el palco queda a 2,40 metros de altura del suelo para facilitar la visión desde la playa. También hay 18 torres de sonido y 18 pantallas gigantes. Se espera que asistan cerca de 1,5 millones de personas. De ellos, 150.000 son turistas llegados de otras ciudades de Brasil o incluso de otros países. El coste total del show ronda los 12 millones de dólares. Se especula que Madonna recibirá un caché de 8,8 millones de dólares.
El impacto económico para la ciudad ya se está notando. El Ayuntamiento de Río de Janeiro calcula que el evento inyectará unos 58 millones de dólares en la economía local, 30 veces más de lo que se ha invertido, es decir, dos millones de dólares. Es la misma suma aportada por el Gobierno del Estado de Río de Janeiro.
Unas 4.000 personas trabajan directa o indirectamente en la producción de este espectáculo. Los hoteles próximos a la playa están prácticamente llenos, así como los apartamentos de alquiler de temporada. Además, desde hace semanas las tiendas del centro de la ciudad y los vendedores ambulantes se están lucrando con camisetas, bolsos, abanicos y otros souvenirs temáticos dedicados a la reina del pop. El objeto de culto es el corset con los pechos en forma de conos, una imitación del original diseñado por el estilista Jean Paul Gaultier hace tres décadas para la gira Blonde Ambition.
En una ciudad tristemente conocida por las altas tasas de violencia, la seguridad se ha convertido en la prioridad absoluta. Se ha diseñado un despliegue de 3.200 policías militares, 1.500 policías civiles y 1.130 agentes de la Guardia municipal solo en el barrio de Copacabana, además de cámaras de reconocimiento facial e incluso drones con esta tecnología. También habrá 18 puntos de control para evitar, por ejemplo, que los fans introduzcan botellas de vidrio en el recinto. Para finalizar, 800 bomberos y 30 ambulancias estarán preparadas para prevenir y remediar cualquier tipo de accidente o malestar.
Debido a la ola de calor inusual para la época otoñal, las autoridades locales están ofreciendo agua gratuitamente al público. En la memoria colectiva está la muerte de una fan de Taylor Swift de 23 años, que el pasado mes de noviembre falleció de estrés térmico por calor. El agua es servida en vasos biodegradables y monitoreada cada hora para garantizar una buena calidad.
Los ánimos en Copacabana, en estado de ebullición
Mientras tanto, en vísperas del espectáculo más esperado del año, el barrio de Copacabana se convulsiona cada hora más. Hay quien grita a todo pecho ‘Madonnaaaaaa’, debajo del hotel. Una vecina está usando incluso un megáfono para atraer la atención de la estrella que, dicho sea de paso, empieza a estar molesta con tanto ruido y la invasión constante de su privacidad. El Copacabana Palace está encajonado entre varios edificios y es imposible evitar las miradas indiscretas incluso en su piscina privada. Además, la cantante no estaría lidiando muy bien con el calor asfixiante de los últimos días, según relatan empleados del hotel.
Sus colaboradores tampoco escapan de los fans. Un bailarín de su equipo ha causado sensación por sus músculos fornidos y su bikini minúsculo en la playa de Copacabana. Su maquillador, Aaron Smith Henrikson, ha publicado varios vídeos desde el Saara, el tradicional barrio comercial del centro de Río de Janeiro, mostrando todos los objetos a la venta dedicados a su ‘jefa’.
The Celebration Tour marca la cuarta visita de Madonna a Brasil. La cantante se presentó por primera vez ante los brasileños en 1993, con The Girlie Show. Además de la serie de espectáculos de los años 1990, Madonna también actuó en Brasil en 2008 y en 2012. Su fama internacional se debe a una multiplicidad de factores: inventó el modelo de estrella que conocemos en la actualidad, uniendo danza, moda, performance y una poderosa marca personal. Además, fue una de las primeras cantantes que realmente dominó el formato del videoclip. Después de cuatro décadas de carrera, sigue siendo la reina indiscutida del pop.
Madonna también pasó a la historia por quebrar todos los tabús posibles. Cuestionó el catolicismo, defendió el derecho al aborto, reconoció públicamente las dificultades de ser madre, usó su desnudez sin tapujos, expresó abiertamente su sexualidad y se convirtió en un icono de la cultura LGBTQIA+ en una época pionera, marcada por la epidemia del sida. Algunas canciones aluden explícitamente al público homosexual como ‘Express Yourself’ y ‘Vogue’, consideradas verdaderos himnos para los gays. Ya en su álbum Erótica, la artista habló abiertamente sobre el sida y la homosexualidad.
Mañana para muchos brasileños será probablemente la última ocasión de ver a Madonna Louise Ciccone dominando un escenario y haciendo soñar a varias generaciones juntas con sus canciones que parecen no envejecer, como ella.
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Carmen Moreno. – Asistente Web Digital