La estrategia de blanqueo de ETA, unida a una política de beneficios penitenciarios, ha configurado una ofensa a la inmensa mayoría de las víctimas del terrorismo
El Gobierno puso ayer punto final a su largo goteo de traslados de presos de ETA a cárceles del País Vasco, con la llegada de los últimos cinco etarras que quedaban en prisiones dispersas por España, entre ellos la novia de Txapote, criminal de largo historial sangriento. Más allá de las decisiones administrativas propias del ámbito penitenciario, es innegable que el caso de esta etarra añade un plus de simbolismo a este proceso, que solo se corresponde con una decisión política del Gobierno de Pedro Sánchez para satisfacer a Bildu y al PNV.
La estrategia de blanqueo de ETA, unida a una política de beneficios penitenciarios y permisos añadidos a los traslados, ha configurado durante toda esta legislatura una ofensa a la inmensa mayoría de colectivos de víctimas del terrorismo. A día de hoy, la Audiencia Nacional sigue corrigiendo algunos de los permisos que se adoptaban en cuanto los etarras pisaban una cárcel vasca. Sencillamente, porque no son justos.
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AndreaB. – Asistente Web Digital
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