La Soledad

La soledad hace cuerpo en mi estómago retiene el planfeto de la falsa risa.

Horada la lejía el perfil de mis emociones.

El blanco puro se amarillea al sol.

No basta la multitud deforme para enraízar la conseja: sé feliz…

Por dentro un huracán de retorcijones se ahogan en su deriva.

El viento alegre esparce su invisible enojo.

El abrigo de un madero añejo sirve para la vida, deposita su savia en el extremo de un colon que reduce la hiel a descargo de suicida.

Me recibe la madre con su zanja despierta.

Adiós, digo adiós al nombre de mi hiena, vómito lo tóxico que todavía me inclina.

Recojo el cadáver suspendido, incinero el dolor y pongo flores de agua a la herida.

Poesía de Gledy Medina, desde Italia.

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