Estados Unidos busca la colaboración de China para desactivar la crisis en el mar Rojo

La demolición de Gaza por parte del ejército de Israel amenaza con volar también las compuertas que todavía separan varios conflictos regionales e internacionales.

A fin de evitar una escalada que lleve a una conflagración aún mayor, Estados Unidos y China han cerrado este fin de semana en Tailandia una maratón de dos días de negociaciones.  

El Asesor de Seguridad Nacional estadounidense, Jake Sullivan, así como el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, junto a sus respectivos equipos, se han encerrado en Bangkok durante doce horas, repartidas entre el viernes y el sábado, con una agenda muy cargada, en la que habrían figurado Corea del Norte, Taiwán o Ucrania.

Sin embargo, el tema estrella habría sido la petición estadounidense de mediación china frente a Irán, para que Ansar Alá -la milicia chií más conocida como «los hutíes», que gobierna sobre tres cuartas partes de la población de Yemen- deje de hostigar la navegación en el mar Rojo.

Aunque los hutíes aseguran que su único objetivo son los buques asociados a Israel, lo cierto es que han disparado el precio de todos los seguros y son pocas las navieras que se atreven a embocar el canal de Suez, optando por un larguísimo rodeo por el cabo de Buena Esperanza.

Washington ha recordado que China debería ser la primera interesada en mantener abiertas las líneas de suministro de mercancías e hidrocarburos en la región. 

Pekín, que hace un año logró hacer las paces entre Arabia Saudí e Irán, dice haber pasado el mensaje a Teherán. Sin embargo, los incidentes han continuado, con un incendio sofocado el mismo viernes en un petrolero británico. 

Wang ha repetido que lo más importante para China es que EE.UU. honre su reconocimiento de «una sola China», que casa mal, según él, con armar hasta los dientes a Taiwán. Aunque el resultado de las elecciones de enero en la excolonia japonesa ha mantenido las espadas en alto, no ha agravado la tensión ya existente. Por mucho que, este mismo fin de semana, Taipéi informara de que varios aviones de combate de la República Popular de China habrían rebasado lo que considera casi unilateralmente como espacio aéreo de la República China.

En Pekín, además, se reconoce que un eventual retorno de Donald Trump podría suponer un recrudecimiento de la tensión en la isla china autogobernada, como compensación a una postura más conciliadora con Rusia.

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Carmen Moreno. – Asistente Web Digital

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